El Río Grande de la Magdalena

Rodrigo de bastidas con un grupo de personas llegaron a bocas de ceniza y bautizaron aquel fenómeno de agua dulce y en honor a María Magdalena el río grande, también conocido como el río amigo, Yuma, Arli, Guacay o karacali nombres puestos por las comunidades indígenas según su trayecto.

El río Magdalena que nace en el sur de Colombia en el sector de la cordillera de los andes atraviesa gran parte del país y rompe con los dichos que siempre el norte contamina el sur, por que en ese caso desemboca con todo y sus sueños, con toda y su diversidad y basura en el norte.

Desde su origen hasta su fin inspira a artistas, ambientalistas, poetas, pescadores bohemios, personas, humildes, desvalidos y también grandes terratenientes.

La laguna de la Magdalena en el páramo de las papas, en el departamento del Huila, nos transmiten un mensaje contundente al resto de la población colombiana sobre ese hilo conductor que forma a su paso miles de ecosistemas, polémicas, presencia de conflictos y se oxigena con los suspiros de sus contempladores, diciéndonos que toda acción realizada tiene una consecuencia en otros y en uno mismo como punto en la inmensidad del planeta tierra.

Escuchar que el río Bogotá y el río Cauca son de los afluentes del Magdalena, unidos a los de Antioquia, contaminan al río más importante de Colombia; que influye en mas de 28 millones de habitantes y es amenazado por el 75% de la industria nacional, dañando, erosionando y arriesgando mas del 25% del territorio colombiano a ser tierra infértil, nos invita a la reflexión.

De sus 1540 kilómetros más de 1000 son navegables y convive con 500 cuencas de 1-2 y 3 orden. Está vigilado, “controlado” y “educado” por 27 autoridades ambientales entre corporaciones autónomas, departamentos administrativos y áreas metropolitanas. Por cuenta de su conservación se gastan miles de millones y billones de pesos, pero no tiene dolientes directos. Con frecuencia escuchamos a los pesqueros artesanales y a los habitantes de sus playas y laderas que al perderse los caños naturales por cuenta del cemento, se están agotando las especies vivas del río.

Los procesos naturales de reproducción y subienda están cada día más escasos, pero sí aumenta la basura que pasa y pasa por sus corrientes. 400 millones de toneladas de desechos navegan a lo largo del río y en presencia de todas sus autoridades ambientales y de la falta de corresponsabilidad de sus habitantes y de toda la ciudadanía humana e industrial de afluentes y usuarios.

Si logramos que Cormagdalena asuma la jurisdicción y competencia de todo el río, si se logra que se maneje en una sola bolsa financiera los recursos de inversión ambiental de los entes territoriales, de las corporaciones autónomas, de regalías en lo ambiental, daría como resultado un gran presupuesto. Vale menos de la mitad recuperar un río y hacerlo navegable que pavimentar vías terrestres y los combustibles del transporte fluvial abaratarían los costos de la producción puesta en el mundo de la competitividad que nos acosa.

En el pasado consejo temático que hizo el congreso colombiano en Barrancabermeja, se convalido la iniciativa del gobernador Horacio Serpa, en el sentido de hacer del río grande de la Magdalena el gran propósito nacional.

La comunidad se debiera poner de acuerdo sobre unos puntos básicos y unirnos con buenas intensiones, inversión, mejor actitud con disposición y creo que no existen razones para no hacer frente común alrededor de la recuperación del emporio hídrico mas importante de nuestra nación, es el río interandino de mayor extensión en Suramérica, arroja al mar mas de 8000 m3 por segundo. Su cuenca mide 256.622 kilómetros de superficie, tiene 500 afluentes en ambas orillas y mas de 5.000 arroyos y quebradas.

Al nacer a 3.685 metros de altura y desembocar en el mar caribe lo hace rico en biodiversidad y riqueza natural y económica. Hace puertos conocidos y definitivos en las importaciones y exportaciones, Barranquilla, La Dorada, Puerto Berrio, Barrancabermeja, Puerto Wilches, El Banco y Girardot y tiene el gran dique, obra humana de 105 kilómetros que lo une con Cartagena.

Si el espíritu del constituyente del 91 fue darle vida y autonomía a una institución doliente del río grande de la Magdalena, pues obremos conforme y entreguémosle las herramientas legales y presupuestales debidamente vigiladas con veedurías ciudadanas e instituciones de control. Pero que se vea en Cormagdalena la intervención y coordinación de este amor que le juramos a la corriente de agua que no puede seguir en cuidados intensivos por cuenta del choque de poderes y competencias.

Esperamos de la mesa directiva del Senado de la República y de quienes firmamos el manifiesto de apoyo a esta causa nacional, con voluntad política y compromiso transgeneracional, obtener el soporte legal y financiero suficiente para que seamos nosotros en vida los que veamos que si hay justas y posibles causas para unirnos como país y como ciudadanos corresponsables de nuestro ecosistema vital. EL AGUA.

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