EL MUNICIPIO COLOMBIANO EN EL CONTEXTO DEL DESARROLLO LOCAL

En el modelo político-administrativo del país, hablar de desarrollo necesariamente implica remitirnos al papel del municipio como ente ejecutor de las políticas públicas. Es el municipio el territorio tangible donde se concreta y materializan las acciones de intervención estatal en lo social, ambiental, económico, político, etc…Por ello, hablar de desarrollo local y endógeno significa reflexionar sobre la realidad de nuestros municipios colombianos, desde diversas perspectivas que aborden tanto el contexto institucional del ente territorial como también el contexto socio-cultural de sus comunidades. En  este orden  de ideas, el contexto institucional de los municipios está atravesado por la crisis del Estado que ha hecho necesaria la redefinición de su rol, frente a los retos que ha impuesto el mundo globalizado. La agenda de esta transformación tiene que ver más con la calidad de intervención estatal que con la reducción del gasto público, pues se debe buscar superar la ineficiencia e ineficacia estatal eliminando problemáticas como la corrupción, el intervencionismo reactivo ante los problemas más que buscar las salidas fáciles de reducción burocrática. En realidad, el excesivo adelgazamiento del Estado que se ha reproducido en todos sus niveles, ha implicado para los municipios una restricción en los recursos de transferencia del orden nacional y con ello, se ha ocasionado un fuerte debilitamiento en las acciones públicas que debe adelantar en muchos de los sectores que es imposible orientar y coordinar sin la presencia del Estado. Asuntos como la seguridad ciudadana, la vivienda, la salud e incluso el desarrollo productivo de un territorio y de su población, no pueden ser objeto de una visión mercantilista, sujeta a libres transacciones derivadas de un mercado que se auto-regula así mismo, sin una propuesta de largo plazo y sin un sentido de beneficio social, en función de una mejor calidad de vida. El Estado, especialmente representado en sus municipios, no puede «virtualizar» su presencia en la realidad efectiva de las dinámicas del desarrollo, pues no es lo mismo repensar la estructura del Estado en función de sus niveles nacional y departamental como entes coordinadores, trazadores de política, subsidiadotes y planeadores, que repensar la estructura de los municipios como entes ejecutores de política. Así mismo, la mirada sobre nuestros municipios no puede ser generalizable, pues muchos estudios han demostrado como las dinámicas y niveles de desarrollo municipal muestran fuertes desequilibrios y desigualdades. Podríamos decir que en nuestro país, al menos existen tres tipos de escenarios municipales: Un primer escenario representado por aquellos municipios, especialmente capitales de Departamentos importantes, que presentan una gran capacidad institucional y fiscal y que muestran altos índices de desarrollo humano y calidad de vida; estos municipios no alcanzan a ser ni el 10% de los 1.124 municipios del país. Otro segundo escenario está representado por aquellos municipios que hacen parte de territorios promisorios del desarrollo, que por sus propias dinámicas productivas y sociales han empezado a posicionarse en el concierto nacional y han logrado generar un ritmo de crecimiento económico interesante que les permite lograr mejoras sustanciales en la oferta de servicios y en los beneficios de desarrollo para su población. Tampoco este tipo de  municipios alcanza a ser más del 20%. Un último escenario, lo constituye al menos el 70% de los municipios del país, los cuales no cuentan con la capacidad administrativa, ni fiscal, ni productiva e incluso ni poblacional para generar procesos endógenos de desarrollo local. Estos municipios, muchos de ellos en territorios alejados y olvidados por un Estado que a nivel nacional sigue conservando un modelo excesivamente centralista, tampoco encuentran el apoyo, ni el  acompañamiento y subsidiariedad en sus Departamentos. Esta situación se ve agravada por «políticas estandar» de desconcentración de  responsabilidades nacionales, acompañadas de reducción de las transferencias del orden nacional, en función de una eficiencia municipal, lo cual a la postre significa profundizar más la debilidad e incapacidad institucional de estos municipios, para ofrecer alternativas de desarrollo y beneficios sociales a sus habitantes. El Estado colombiano, con todos sus actores y poderes, debería  plantearse un debate amplio sobre la problemática pública de los municipios y sus reales posibilidades de concretar modelos de desarrollo local, para lo cual deberíamos proponernos una revisión a la ley de régimen municipal, así como otras leyes que afectan las dinámicas locales, para finalmente proponer una política nacional de fortalecimiento municipal.

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