LA SEGURIDAD COMO SENSACIÓN

Los seres humanos nos sentimos seguros o no a consecuencia de procesos psicológicos y lógicos por los cuales atravesamos en diferentes momentos y circunstancias de la vida. Esto es, procesos que tiene que ver con las sensaciones y percepciones del entorno y por las circunstancias de riesgo real a los que nos pudemos ver enfrentados.

Con frecuencia en mis visitas a la comunidad escucho a los ciudadanos quejarse de cierto sentimiento de inseguridad que me ha hecho reflexionar sobre el particular desde diferentes aspectos.

Las personas nos sentimos seguras cuando vemos calles iluminadas, parques limpios y frecuentados por las autoridades, nos sentimos seguros cuando vemos a la Policía rondar nuestras comunas y nuestros espacios. La criminalidad y la violencia prosperan en entornos físicos abiertos, poco protegidos y mal administrados. Y aunque es notoria la mejoría desde la Política de Seguridad Democrática que el Presidente Álvaro Uribe ha trabajado desde el comienzo de su administración, puesto que las personas se sienten más tranquilas para salir de sus ciudades y se sienten más protegidas en sus entornos, es evidente que frente a problemas de orden social y económico como el narcotráfico, la delincuencia común y la proliferación de guerra de  “guetos”, como las pandillas y las riñas por sectores queda aun la sensación que falta algo más por hacer.

Pero la sensación de seguridad también es una responsabilidad de la sociedad civil, sería imposible que por cada ciudadano hubiese un policía que lo protegiera, la seguridad también es consecuencia de un proceso cultural en el que debemos trabajar desde diferentes espacios de construcción social. La familia es tal vez el primer espacio en el que debemos enfocarnos en esa construcción de seguridad, niños y niñas protegidos por sus padres, con la información suficiente para evitar exponerse a los diferentes peligros que pueden encontrar, como la drogadicción, la inclusión en organizaciones delictivas y en pandillas.

Desde lo cotidiano se puede participar en la construcción de seguridad, denunciar hechos que atenten contra la seguridad de nuestro entorno primario, implementar alarmas colectivas y comunitarias, luces con las que se pueden activar alarmas barriales son solo algunas de las formas en que podemos ser partícipes directos de la solución y no del conflicto.

Nuestra Sociedad está pidiendo inmediatamente que abordemos este tema desde perspectivas más reales, encontrando las causas y elementos de salida a la problemática. Sobre todo encontrar fórmulas de nuevos enfoques educativos especiales para la juventud tanto del nivel colegial, como Universitario. Que podamos formar un nuevo ser social que generen una mejor conciencia tanto personal como grupal. Dicho esfuerzo  deberá también ser una política de Estado, a la par que una labor de las fuerzas vivas sociales. Y aunque no se elimine por completo la violencia y la criminalidad, que sea la mirada acuciante de los demás la que atraviese la conciencia del violento poniéndolo en evidencia.

Otro factor que influye de manera determinante en la sensación de seguridad de las personas es la cadena de desprestigio que por mucho tiempo se le ha hecho a las instituciones de protección como la Policía, conductas que se perpetúan en los deseos de caos de algunos que no ven el avance que en términos por lo menos estadísticos es bastante representativo. Pero es casi una labor imposible que la policía pueda intervenir en otras problemáticas que dejan a los pobladores en conductas como el silencio y la permisividad logrando implantarse en el abuso de libertad, es fácil endosarle el problema a las autoridades cuando tenemos problemas de salud pública como la venta y el consumo de sustancias psicoactivas, que fortalecen la criminalidad, siendo responsabilidad de todos los sectores sociales.

Se hace necesario también que desde nuestra posición en el Congreso de la República  revisemos la legislación, la comunidad se queja frecuentemente de que se dejan libre con mucha facilidad a los infractores de las leyes, a los violentos y criminales. A veces  por vencimiento de términos, o porque las pruebas no se constituyen adecuadamente, este último es un proceso dispendioso que requiere de más investigadores y herramientas tecnológicas. Se requiere de un soporte legal que le permita a las autoridades  tener instrumentos para avanzar en la disminución de estos casos, debemos encargarnos de blindar a través de reglas modernas y ajustadas a los cambios actuales; las ciudades cambian y con ellas las formas de delinquir, es por ello que se deben hacer cambios legales y procedimentales  de acuerdo a los nuevos órdenes y dinámicas de las áreas urbanas y rurales.

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Elogio de la mujer brava. Por: Héctor Abad

Estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas.

A los hombres machistas, que somos como el 96 por ciento de la población masculina, nos molestan las mujeres de carácter áspero, duro, decidido. Tenemos palabras denigrantes para designarlas: arpías, brujas, viragos. En realidad, les tenemos miedo y no vemos la hora de hacerles pagar muy caro su desafío al poder masculino que hasta hace poco habíamos detentado sin cuestionamientos. A esos machistas incorregibles que somos, machistas ancestrales por cultura y por herencia, nos molestan instintivamente esas fieras que en vez de someterse a nuestra voluntad, atacan y se defienden.

La hembra con la que soñamos, un sueño moldeado por siglos de prepotencia y por genes de bestias (todavía infrahumanos), consiste en una pareja joven y mansa, dulce y sumisa, siempre con una sonrisa de condescendencia en la boca. Una mujer bonita que no discuta, que sea simpática y diga frases amables, que jamás reclame, que abra la boca solamente para ser correcta, elogiar nuestros actos y celebrarnos bobadas. Que use las manos para la caricia, para tener la casa impecable, hacer buenos platos, servir bien los tragos y acomodar las flores en floreros. Este ideal, que las revistas de moda nos confirman, puede identificarse con una especie de modelito de las que salen por televisión, al final de los noticieros, siempre a un milímetro de quedar en bola, con curvas increíbles (te mandan besos y abrazos, aunque no te conozcan), siempre a tu entera disposición, en apariencia como si nos dijeran «no más usted me avisa y yo le abro las piernas», siempre como dispuestas a un vertiginoso desahogo de líquidos seminales, entre gritos ridículos del hombre (no de ellas, que requieren más tiempo, y se quedan a medias).

A los machistas jóvenes y viejos nos ponen en jaque estas nuevas mujeres, las mujeres de verdad, las que no se someten y protestan, y por eso seguimos soñando, más bien, con jovencitas perfectas que lo den fácil y no pongan problema. Porque estas mujeres nuevas exigen, piden, dan, se meten, regañan, contradicen, hablan, y sólo se desnudan si les da la gana.

Estas mujeres nuevas no se dejan dar órdenes, ni podemos dejarlas plantadas, o tiradas, o arrinconadas, en silencio, y de ser posible en roles subordinados y en puestos subalternos. Las mujeres nuevas estudian más, saben más, tienen más disciplina, más iniciativa, y quizá por eso mismo les queda más difícil conseguir pareja, pues todos los machistas les tememos.

Pero estas nuevas mujeres, si uno logra amarrar y poner bajo control al burro machista que llevamos dentro, son las mejores parejas. Ni siquiera tenemos que mantenerlas, pues ellas no lo permitirían porque saben que ese fue siempre el origen de nuestro dominio. Ellas ya no se dejan mantener, que es otra manera de comprarlas, porque saben que ahí -y en la fuerza bruta- ha radicado el poder de nosotros los machos durante milenios. Si las llegamos a conocer, si logramos soportar que nos corrijan, que nos refuten las ideas, nos señalen los errores que no queremos ver y nos desinflen la vanidad a punta de alfileres, nos daremos cuenta de que esa nueva paridad es agradable, porque vuelve posible una relación entre iguales, en la que nadie manda ni es mandado. Como trabajan tanto como nosotros (o más) entonces ellas también se declaran jartas por la noche, y de mal humor, y lo más grave, sin ganas de cocinar. Al principio nos dará rabia, ya no las veremos tan buenas y abnegadas como nuestras santas madres, pero son mejores, precisamente porque son menos santas (las santas santifican) y tienen todo el derecho de no serlo.

Envejecen, como nosotros, y ya no tienen piel ni senos de veinteañeras (mirémonos el pecho también nosotros, y los pies, las mejillas, los poquísimos pelos), las hormonas les dan ciclos de euforia y mal genio, pero son sabias para vivir y para amar, y si alguna vez en la vida se necesita un consejo sensato (se necesita siempre, a diario), o una estrategia útil en el trabajo, o una maniobra acertada para ser más felices, ellas te lo darán, no las peladitas de piel y tetas perfectas, aunque estas sean la delicia con la que soñamos, un sueño que cuando se realiza ya ni sabemos qué hacer con todo eso.

Somos animalitos todavía, los varones machistas, y es inútil pedir que dejemos de mirar a las muchachitas perfectas. Los ojos se nos van tras ellas, tras las curvas, porque llevamos por dentro un programa tozudo que hacia allá nos impulsa, como autómatas. Pero si logramos usar también esa herencia reciente, el córtex cerebral, si somos más sensatos y racionales, si nos volvemos más humanos y menos primitivos, nos daremos cuenta de que esas mujeres nuevas, esas mujeres bravas que exigen, trabajan, producen, joden y protestan, son las más desafiantes, y por eso mismo las más estimulantes, las más entretenidas, las únicas con quienes se puede establecer una relación duradera, porque está basada en algo más que en abracitos y besos, o en coitos precipitados seguidos de tristeza: nos dan ideas, amistad, pasiones y curiosidad por lo que vale la pena, sed de vida larga y de conocimiento.

DE CARA AL PACÍFICO

El Departamento del Chocó es una región de Colombia que cuenta con gran diversidad étnica, histórica, cultural, biodiversa y con un gran potencial turístico y comercial.

Durante décadas esta parte del pacífico colombiano ha sido una región olvidada, cuyas condiciones socioeconómicas son precarias. La pobreza y la falta de oportunidades para los chocoanos se han convertido en las formas de desigualdad y subdesarrollo tal vez más críticas que tiene nuestro país.

Pero cuesta mucho creer que una región con tanta biodiversidad y fortalezas naturales, y de tanta riqueza cultural se quede rezagada y sin oportunidades; las  difíciles vías de acceso, la baja cobertura educativa, su alta morbilidad y mortalidad por La incidencia de enfermedades como la infección respiratoria aguda, la diarrea aguda y la tuberculosis, sin contar con las enfermedades tropicales, dejan a esta parte del pacífico colombiano en una situación de desventaja y de atención inmediata.

Frente las costas del Municipio de Nuquí en el pacífico chocoano al noroccidente del país, está ubicado el Golfo de Tribugá una zona con aguas profundas en donde podrían confluir los sistemas de trasporte terrestre, aéreo y marítimo, brindándole al país una nueva alternativa de interconexión con el Asia y con el mundo.

Su ubicación estratégica permitiría la llegada de buques de grandes dimensiones dándole una ventaja comercial al país que le permitiría conectarse con la cuenca del pacífico, los países vecinos y desarrollar así un amplio corredor multimodal en el cual Colombia sería el centro de todas las operaciones internacionales integradas con el sur de América Latina.

Desde hace 20 años un grupo de colombianos con una mirada proyectada sobre el pacífico decidieron unirse y conformar una sociedad en la cual desde entonces se está hablando del gran sueño del puerto de Tribugá, a través del megaproyecto Arquímedes radicado en 2006 y en el cual participan el sector privado y los departamentos de Risaralda, Chocó, Caldas y los municipios de Dosquebradas y Pereira además de la Cámara de Comercio de este último y el Comité Intergremial del Risaralda, se pretende construir en una primera fase un terminal multipropósito portuario, de turismo y servicio regional de cabotaje y pesquería y en una segunda fase una terminal multipropósito de comercio exterior y la posibilidad de implementar un puerto de hidrocarburos.

Este megaproyecto requiere que la mirada del Estado se incline hacia el pacífico, se hace imperante comenzar a desarrollar esta región con una perspectiva de desarrollo humano. Es absolutamente necesario generar vías adecuadas de integración que comuniquen al pacifico con el centro y occidente del país, es de principal importancia desarrollar el sistema educativo dadas las altas tasas de analfabetismo, la deserción escolar y la inequidad en el acceso a la misma, generar cultura marítima a través de las instituciones educativas, conocimiento científico y tecnológico que abran ventajas competitivas.

Es necesario plantear cambios estructurales en el cómo de los modelos políticos, sociales, económicos y culturales, considerando a la región pacífica en toda su dimensión, tanto cultural, como económica y social, para avanzar en el propósito de disminuir los bajos índices de desarrollo humano y mejorar así las condiciones de vida de sus habitantes.

El Gobierno Nacional ha contemplado su mirada a esta región a través del Plan Regional Integrador del Pacífico como una estrategia de acción que genere valor agregado a través de la inversión en infraestructura, desde donde se desarrollen las regiones a partir de la interconectividad, mejorando y  utilizando las vías fluviales y terrestres, lo que sin duda le dará a esta región del país una ventaja competitiva y el mejoramiento en las condiciones de vida de sus habitantes.

De cara al Pacífico, invito a los inversionistas, las autoridades locales, departamentales y regionales a contribuir con el desarrollo del departamento del Chocó, a que la inversión también sea en educación, en saneamiento básico, en seguridad alimentaria y en las posibilidades que cada vez más chocoanos desarrollen con sus maravillosos recursos proyectos de innovación, científicos y tecnológicos que son realmente los que le darán a la zona pacífica colombiana la verdadera ventaja competitiva.

El Puerto de aguas profundas de Nuquí puede ser el motivo y la razón de integración del pacífico con el occidente de Colombia. En el pasado se han hecho esfuerzos por hacer proyectos integracionistas como el canal telecafé o la autopista del café, es por esto que creemos que definitivamente la mejor manera de unirnos, de unir a las regiones del occidente colombiano está en el proyecto Arquímedes.

La forma en que el país nos deje participar en algo verdaderamente integrador es apoyando con recursos el proyecto Arquímedes en la construcción del Puerto de Tribugá, para el cual también serán bienvenidas las decisiones políticas del Quindío y el Norte del Valle  para unirse al sueño  de interconectividad del pacífico con el norte de Colombia.

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LA SENADORA ELSA GLADYS CIFUENTES ARANZAZU HACE UN LLAMADO A LAS AUTORIDADES COLOMBIANAS, LOS PASTORES Y LÍDERES RELIGIOSOS Y A LA CIUDADANÍA EN GENERAL.

Preocupada por el difícil momento que pasa el país, la Senadora Elsa Gladys Cifuentes Aranzazu, hace un llamado para que en una oración nacional y una sana reflexión democrática, se despeje el camino que permita recuperar la autonomía entre las ramas del poder público en Colombia, con la suficiente distancia, pero con la necesaria cooperación que permita fortalecer la institucionalidad y la recuperación de la confianza.

Las diferencias políticas, de opinión,  de pensamientos o de cualquier otra índole deben contribuir desde lo democrático e institucional a fortalecer la Nación.

La ruptura entre el equilibrio y la falta de independencia tienen hoy al legislativo en un silencio insano para la evolución y el avance normal hacia el progreso del país que merecemos.

“Es momento de pensar en un país unido y fortalecido en su lucha contra la corrupción, la pobreza y los efectos de la crisis económica. Las tres ramas del poder público, los organismos de control y todos los sectores de opinión debemos resolver los diferentes inconvenientes y temas gruesos del país, cada uno en el fiel cumplimiento de sus funciones e investiduras y ajustados a un sentimiento superior” afirmó la Senadora Elsa Gladys Cifuentes Aranzazu, quien se mostró optimista al alma nacional que siempre le ha permitido a la población colombiana superar los más difíciles momentos.

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REFORMA CON RESPONSABILIDAD SOCIAL

El concepto de responsabilidad social va más allá de la colaboración solidaria de los seres humanos frente a las necesidades de las personas que no cuentan con las mismas oportunidades que tenemos algunos, la responsabilidad social es un asunto más de ética empresarial que se adquiere en la relación y establecimiento de metas integradas al desarrollo sostenible de una sociedad.

Por estos días se nos dio a conocer una interesante propuesta de responsabilidad social: el primer Banco de los Pobres que no captará recursos; y que será manejado sólo con los recursos de una fundación que otorgará créditos, sin los exagerados costos conocidos en el mundo. Ojalá que esa figura de créditos blandos sin tramitología y sin fiadores sea un hecho y se propicien las condiciones para que microempresarios, emprendedores, puedan acceder a créditos y a la posibilidad de superación de la pobreza.

La responsabilidad social debe mirarse también desde la construcción de un estatuto financiero, implicando la protección de los usuarios frente a las instituciones crediticias, otorgándoles a los consumidores garantías y beneficios de sus derechos de información, solicitudes y reclamos, atención y servicio así como cambios en los sistemas de ahorros individuales y cesantías y la regulación de otros sistemas y entidades financieras.

Es entonces Bienvenido el Banco de los Pobres, el Banco de Oportunidades y ahora bienvenida en la Reforma Financiera la fórmula expuesta en el artículo nuevo definida así: “Créese el programa de balance social que reglamenta el Gobierno Nacional en un plazo máximo de seis (6) meses a partir de la vigencia de la presente ley, como una herramienta de gestión empresarial que permitirá la evaluación cuantitativa y cualitativa del cumplimiento de la responsabilidad social de todas las empresas financieras, de seguros, del mercado de valores que contribuirá al mejoramiento de la calidad de vida de sus empleados y con las poblaciones más vulnerables identificadas por la Dirección Nacional de Planeación”.

El Programa de Balance social será coordinado por la Consejería de Acción Social de la Presidencia de la República que le dará énfasis a los programas de educación superior subsidiando a los mejores estudiantes de los estratos 1, 2 y 3 del pueblo colombiano.

En este propósito las dinámicas del conocimiento se constituyen en el eje fundamental para la supervivencia, en cuyo caso uno de nuestros grandes desafíos está en la implementación de programas eficientes que apunten a la médula de las necesidades de educación, aprendizaje y entrenamiento de las personas.

Avanzar en la cultura del balance social nos permitiría seguir haciendo conciencia de que todos nuestros empresarios se obliguen a invertir parte de sus ganancias en programas que contribuyan al adelanto en el desarrollo humano, en calidad de vida y en el acceso a la educación superior.

Misión Constructiva

A lo largo de nuestras vidas los seres humanos estamos continuamente tomando decisiones, algunas de ellas representan a la cotidianidad, madrugar o no, tomar leche o café, ponerse la camisa roja o la verde; pero también otro tipo de decisiones que influirán de manera permanente y definitiva en nuestro día, en nuestro tiempo, en nuestro desarrollo, en la calidad de nuestra vida.

El filósofo Emmanuel Kant acuña el término de la mayoría de edad desde la capacidad de conocimiento y la toma de decisiones propias que hagan libres a las personas, él reconoce que algunas de las causas para que los individuos permanezcamos en la minoría de edad tienen que ver con la falta de valor para utilizar el propio entendimiento, al no atrevernos a pensar por nosotros mismos y dejar las decisiones en otros; a la pereza y la cobardía dado que desde ellas les asignamos la responsabilidad de nuestras vidas a terceros y son esos los que deciden.

A menudo escucho en las diferentes visitas que hago a la comunidad a personas que prefieren mantenerse en el nivel uno del Sisben, no ponerle piso a su casa aun teniendo la capacidad económica para hacerlo, con el fin de no perder el subsidio que se asigna a este nivel.

Vemos comunidades que solicitan mejores instalaciones en sus barrios, un parque, mejor sistema de aguas, luminarias externas entre otras cosas, y son ellos mismos los que se encargan de destruirlos, dañan los juegos de los parques, destruyen las luminarias o se llevan las canales de agua. Esto nos deja reflexionar que no siempre la intervención del Estado mejora las condiciones vida, si las personas destruyen y ellas mismas no cuidan nada.

Tomar decisiones implica conciencia social e individual, pensar en los efectos que traerán ellas en la existencia propia y de los que nos rodean. Tomar conciencia sobre la reversibilidad de esas decisiones y la dificultad de hacer cambios en lo que ya está decidido, por ejemplo, si hoy decido contaminar el ambiente, mañana seguramente reversar los efectos requerirá muchos esfuerzos y recursos que a lo mejor después ya no posea.

Los seres humanos nos empeñamos en poner a depender nuestro bienestar y nuestra felicidad en otras personas y en cosas como el dinero o la posición social, sin darnos cuenta en muchos momentos de que todos esos factores sólo son medios a través de los cuales buscamos nuestra felicidad, pero ellos en sí mismos no son el fin. Parafraseando a Joseph Jaworski, las personas debemos dejar de ser víctimas de las circunstancias y comenzar a participar de su creación, a crear campos en los que profundicemos continuamente en la comprensión de la realidad y que seamos capaces de ser participes en el despliegue del mundo, tenemos el deber y la oportunidad de participar directamente en la creación de nuevas realidades.

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